¿Qué hay de sexy en los chupones? ¿Por qué algunas personas los disfrutan tanto? Hagamos un ejercicio de cero tapujos o rollos y veamos
«Love bites, love bleeds, it’s bringing me to my knees.» Def Leppard.
Hay algo maravilloso acerca de los chupones. Hagamos un ejercicio: imaginemos que tu pareja te dejó un hickey (chupón como se conoce en inglés) mientras tenían sexo. Imaginemos ahora que no tienes que salir a la calle, que no hay nadie en tu casa y que estarás solo mientras tu piel muestra esa marquita de pasión que te dejaron en el cuello. Nadie verá el moradito o el roce que te dejaron, nadie preguntará y tú jamás dirás nada tampoco. ¿Así también lo odiarías? Sabiendo que tu pareja perdió todo acto de control estando contigo, que la pasión pudo más que los límites y que ahora tu cuerpo es prueba física fehaciente de tu poder como ser sexual. ¿No sientes una pequeña satisfacción? Sabiendo que tu cuerpo, tus movimientos, tus sonidos encendieron en alguien más pasiones desbordadas, desequilibradas por unos segundos donde el deseo violento ahora está marcado en tu piel como testigo y recordatorio, ¿no sientes tu virilidad un poco más grande?
Veo a los hickeys como cicatrices del deseo y así los entiende mi cuerpo, que los recibe (y algunas veces los pide) con ansias. Así como los tatuajes, los hickeys son marcas que simbolizan una experiencia y funcionan como una suerte de puerta para una historia.
No son para todo el mundo, lo tengo muy claro (recordemos la experiencia de nuestra editora Naye con el Christian Grey de Guatire). Pero es posible que muchas veces los rechacen por el simple hecho del «qué dirán» y no porque en realidad odien su cuerpo marcado. Además, la esporádica permanencia de los hickeys lo hacen en mi experiencia un juego divertido: por unos días, mi cuerpo será referencia de un sexo que ha sido muy probablemente placentero, sin ataduras ni límites.
Los chupones o hickeys también son conocidos en inglés como love bites (mordiscos de amor) y puede que sea la expresión más apropiado. Si nos olvidamos de que los hickeys solo son dados por aquellos que pretenden marcarte como vacas, desbordados por lo celos, quizás podamos entender que sexualmente ellos también pueden ser un juego erótico: expertos como M. Pérez, J.J Borrás y X. Zubieta afirman que tu pareja encontrará extremadamente sexy una marca que ellos hayan hecho, mientras que tú puedes regocijarte en los recuerdos de la cicatriz pasajera.
Parece importante recordar que cuando nos adentramos en los pasillos de los juegos eróticos, la comunicación, el consentimiento y el respeto son claves. Si a tu pareja no le gusta bajo ninguna circunstancia quedar marcada porque no lo disfruta, hacerlo sin su permiso despertará una World War III. Ahórrense los malos ratos y comuníquense, quién quita y hablando terminan llegando a un acuerdo sobre los hickeys.
¿Sabían que el cuello no es el único lugar donde la piel es suficientemente delicada como para dejar hickeys? ¿Sabían que no tienen que ser vampiros y succionar la piel casi a riego de sangrado profundo para hacer un hickey?
Los hickeys o love bites son muy diferentes a los mordiscos: no hace falta el uso de tus dientes para que dejes una marquita en la piel. ¿Quieres saber cómo hacer uno sin realmente causarle dolor o daño a tu pareja? Coloca tus labios en la piel de tu pareja (en cualquier lugar donde desees dejar la marca: los senos, los pezones, el abdomen también son lugares tan buenos como el cuello); procede a colocar tu boca formando una «o», medianamente abierta; succiona y usa tu lengua para masajear mientras lo hace por aproximadamente 30 segundos. Cero dolor y una marquita quedará. Ahora, si tú o tu pareja se arrepienten, puedes usar el viejo truco del maquillaje para taparlo.
Las cicatrices son historias de vida. Los tatuajes son cicatrices del alma y los hickeys son marcas de pasión. Las experiencias son las que nos hacen humanos y nos forman en las personas que somos. ¿Por qué no disfrutar las marcas que nos recuerdan las pasiones? Quizás, al final, los hickeys no son tan malos si (con precaución, respeto y sentido común) le damos un a oportunidad.